martes, 29 de noviembre de 2016

Isla 1

La Isla Grande

Te recorro con mis ojos, como te bebía con la espalda recorriéndote en mi bicicleta. Te he besado los rincones mugrientos de tu amplitud prostituida. Te he lamido las manchas, las inmensidades, el frío y la noche. Una noche que se alarga y otra que se estrechaba. 

Te he amado, te he poseído y me has poseído. Nos hemos besado, nos hemos encontrado y nos hemos desencontrado. Nos hemos perdido. 
Femenina, mojada, llovida entre mis manos y mis besos. Pierdo presión, pierdo altura, pierdo condiciones y caígo al vacío. 


¡Ítaca! Te llamo. Pero la tierra no canta, la tierra está muda, sin habla. 

Suplico al viento y te lleva.
Gimo tu palabra y se diluye.

El agua...más agua...la lluvia y el mar y las salpicadas en mis labios y tu también gimes o lloras o me evitas. 

¡Ítaca! ¡Ítaca! ¡Ítaca!

Timón y brújula. Calor en el invierno y sol en las ventanas. Las comisuras de la nave donde me esperabas. Penélope no está, inútil llamarla. Nunca fue mujer, nunca se rindió entre mis caricias. Penélope estéril, Penélope frígida, Penélope muda. Muda como la tierra sin sonido, la tierra de Ítaca que no me habla. 

Me siento afligido.
Otra noche más entre las olas.