martes, 29 de mayo de 2012

Cataclismos II

Cataclismo me recuerda a caleidoscopio y en una violación bestial de mi profesión, decido que sean sinónimos. Puertas hacia el abismo de los días cotidianos que me habitan en este caos que es mi vida improvisada. Tal vez el contacto con la naturaleza...como acabo leer. Tal vez algo...
Los sonidos chirriantes del afilador se entrecruzan y se atropellan, la verdad es que se me acumula el trabajo. Veo mi cerebro como una fábrica procesadora de alimentos industriales en cadena, eso sí, no animales. Hay una cinta móvil que arrastra los trozos atomizados de imitaciones de materias primas que se unirán en un puzle virtual que se convertirá...en una magdalena, no como la de Proust claro, porque aquella seguro que estaba cocinada por unas manos sabias y tenía, mucha mantequilla, bueno vale, como mantequilla. Y así, van saliendo las magdalenitas y caen en bolsitas, de plástico, eso sí.
Y como en un caleidoscopio, me he vuelto a perder, ojos infantiles giratorios, parpadeantes frente a las bolitas de madera de ida y vuelta, tap tap, tap tap...



Breves horas de lecturas densas y vacías, accidentales o no...tal vez algunas trascendentes. Leo todos los libros a la vez, no sé por qué me he bajado tantos al parque y se me amontonan en las manos y voy acabando páginas de uno, párrafos de otro, paso una hoja y vuelvo al anterior, al de después, al de en medio. Hoy estaba en el parque y todo el mundo me miraba, sería por la montañita de libros que sorteaban mis manos. He tenido que hacer equilibrios para que no se me desparramasen todos, y poder seguir leyendo, claro. Así voy, con todos estos argumentos a la vez, mezclando los personajes de una y otra historia y confundiendo estilos, etapas, géneros, periodos, conceptos literarios y exámenes sin nombre, que me aburren profundamente. 
Viento, folios que vuelan, he vuelto a perder la página. 
- Marguerite, dónde estás, no me dejes sola. Necesito hundirme en la podredumbre de tu poesía sutil, sudada, sexual. Marguerite, no quiero estar sola en el parque, la gente pasa, y me mira. Tengo miedo a las bolsas llenas de comida prefabricada. 
De pronto las palabras tienen voz y me olvido de que estoy leyendo, en mi cabeza las voces también se amontonan en montañas de fonemas sonoros que no tienen código. Entonces decido dejarme llevar por el ritmo de esta nueva confusión y hundirme en la ira contenida. Tea se asusta, no entiende nada, salvo la ira, antidiosa que amplifica sus ojos de besugo. 
Mi barriga es una diana y cuatro insectos perezosos giran alienados por sus cuatro carriles. Me dan asco algunos insectos, otros no. No quiero apoyar las manos en la hierba, a veces hay hormigueros de espumas amarillas que se revuelcan obscenos en las olas atlánticas. Escucho el rugido del mar, cuidado, hay un hormiguero cerca.
Disimulo, finjo llevar una bolsa de alimentos precocinados y le digo a Tea que venga, que sea buena, que esta vez no se pelee con las gaviotas que han anegado el parque, no me hace caso, corre poseída por la alegría de una caza eterna que le musitan los patos del río artificial.
Me tapo la nariz y camino aguantando la respiración hasta la puerta de mi casa. Huele a orín mientras busco el detector de mi presencia que al encenderse, me hará sentir que existo.

viernes, 25 de mayo de 2012

Cataclismos

















Hay cuerpos que se arrasan como palomas 
arrastradas por la ola espumarada. 
Hay vientos que acaparan atenciones celulares 
de cuerpos distraídos. 
Delgadez, 
cuerpo que te recoges en ti mismo en este afán de ser invisible. 
Textura de gas perfumado de ti mismo, 
atraes el instinto y la pureza. 
Cuerpo impropio, cuerpo reconocido..?
cuerpo mutante, 
cuerpo que te doblas en una estructura osea 
que te respira los huesos ahora visibles 
y el cuello afilado, 
surcando hacia la nada en la escalada perfilada. 
Venas que recorréis incansables, lo improvisado; 
sangre que deparas tu suerte, tu destino imprevisible, 
sangre que eres líquido, 
gas que eres oxígeno,
carne antitética de clorofilas diamantadas.
Cuerpo, abrázame, 
guárdame del frío que entra por mi ventana a bocanadas;
cuídame de la ola de arena que viene a cubrir mi casa; 
suéñame en la mansedumbre de los pastos habitados; 
recúbreme con el calor rutinario de los primeros días. 
Vientre, madre, mano y olor de alientos invernales, 
sonidos cóncavos de mis tardes infantiles 
la madre antigua, 
la que lamía las piedras de un cocido
eternamente deshabitado.

Olor a orín en la cocina, 
olor a orín en mi colchón, 
olor a orín en el paisaje de lo habitado.



miércoles, 23 de mayo de 2012

1ª Persona

Latido...latido tenue y fugaz que habitas un espacio prestado.
Sobre mis manos caen gotas de cristal que se quiebran frágiles en las palmas de mis manos dejando pequeños surcos recorridos de sangre sutil que tapan las líneas. 
La tristeza habita en la ciudad, la transeúnte cruza su ventana y él puede escuchar el sonido mudo de sus pasos sobre los adoquines mojados. La tristeza urbana que enciende la noche en fosforescencias apagadas de alumbrados de otros tiempos. Se mezclan las épocas en los cuadernos deshojados y talan trazos de carboncillo olvidado.
Me desdoblo en este recorte de papel charol y me redibujo difuminada, de nuevo, otra vez, ahora, tal vez. 
Correr, desprender palabras que se escurren por las plantas de mis pies y seguir corriendo. Correr como dormir, dormir como olvidar, olvidar como no vivir en la consciencia amarga de una ciudad perfilada en siluetas perfectas, falsas.
No latir.

lunes, 21 de mayo de 2012

1ª persona


What is the first person? I don't no. She is the first person.


Estoy bajo los escombros del derrumbamiento, te busco y, aunque te oigo, no puedo verte. Sé que me estás buscando. Intento levantarme pero todo es oscuridad y muerte, tengo miedo por primera vez, y defino el miedo como una sensación pastosa en la lengua. Tengo sed y te recuerdo a todas horas bebiendo agua en tu vaso de cristal blanco regordete. Yo también bebía antes.
Antes...él antes pensaba...antes. 
Sueño con tus ojos delirantes por la playa, yo volaba, tú temías y en el intersticio del miedo, soñabas. Te he sorprendido tantas veces lejos, no nos veías, no estabas, o...no estábamos. Ayer te vi leyendo en un libro de la Duras y releíste varias veces Mi madre pasaba cada día por esa tremenda desgana de vivir. (...) He tenido suerte de tener una madre desesperada por un desespero tan puro que incluso la dicha de vivir, por intensa que fuera, a veces, no llegaba a distraerla por completo.
Estoy bajo los escombros, pero he decidido soñar contigo, mi bella amada, mi esposa, mi hermana, mi compañera, mi recorrido...tu recorrido. Nos hemos recorrido juntas, piel con piel, ojo con ojo, aliento con aliento...Hemos cabalgado sin lomo y nos hemos derrumbado a la vez. 
Decido dormir y sueño con el olor del arroz cocido, con tus músicas interminables, con los paseos junto al mar, con tu olor soñado, te tengo, te llevo. Duermo.
Escucho que alguien llega y levanta los escombros, me levanto, me levanto, me levanto...Mis patas no me oyen, el polvo del dolor ha cavado en mi pelo haciendo surcos insalvables. Me escuece el pasado y me arrastro por la casa en un desesperado intento de apretar los días, las horas, los minutos, los segundos...
Ahora duermo como antes y siento el calor de la casa. Sueño. Soy libre.

martes, 15 de mayo de 2012

...cometas...



Esta mañana hemos ido a volar la cometa, ayer pasaste toda la tarde encajando sus hilos y no quisiste hablarme. Yo sabía que necesitabas concentrarte y por eso decidí ir al arroyo para bañarme desnuda. El agua estaba muy fría y los peces me hacían cosquillas en las plantas de los pies. Me ponía un poco nerviosa el contacto con las flores muertas del fondo, sabes lo poco que me gusta pisar el fondo del arroyo. Pero quise ser valiente, tú estabas atareado y yo tenía que bañarme sola. Nadé, canté con la boca llena de arroyo, me tapé con las flores desechas y cerré los ojos. Te soñé recogiendo fresas mientras tarareabas canciones, te escuché preocupado porque no sabías como enganchar el último hilo de la cometa, te sentí caliente por el sol que bañaba tu cuerpo y seguí durmiendo. Dormía, mientras tú pensabas. Soñé con este poema y te lo escribí en papeles que caían por mi pecho. Escucha...

El horizonte está plano y se seca un gajo de luna en la colina turbia,
has bajado en picado por los ángulos de mis dedos y
aún no estás en el aire.
Tus pulmones se inflan de charcos sin arena
y desprendes aromas de flores inconscientes,
salpicas con tus ojos la linde del camino y se
bifurca en tres la línea de mis manos. 
Caminas galopando por un asfalto en fallas
desprendes regueros de ambar enclaustrado y
perfumas los dobleces de la ciudad sin sombras.
Desfilas invisible y yo, puedo verte. Estás
en las miradas ignoradas de lienzos inminentes,
opacas el temor de las luces enclaustradas 
y dibujas corsés entre estatuas informes, 
con tu dedo de nieve, con brazo fugaz
que se duerme en la noche, con dunas sin estrellas
que levantan amantes y despedazan amores.
Escucha los pasos de rastrojos y encuentra 
la pausa de los días sin viento.
Existen, entre tus ojos y yo, cuatrocientos veinte montones
de arena mojada.
Empapa mis párpados de luna y cambia el sonido que taladra
la roca matojos descalzos.
Tu hermosa figura trasgrede mis pasos y 
los duerme en sonámbulas luchas de 
pasos secuestrados.
Duerme a la madrugada, cabálgala ligero y
sueña con libélulas marinas que te dibujen geometrías 

Lo dejo a medias melees, mañana con el sol...seguiré.

Suicidarse


When I was twenty-five years old, I tried to commit suicide me. Desde aquel día mantuve esta certeza de la muerte, because dying is an option. No escribirse historias endulzadas de teorías incrustadas por tus abuelas que repetían los instantes como en mantras sonámbulos que no querían analizar.
Le afirmé a mi psiquiatra que la medicación es perversa porque aliena, porque no deja que el dolor tome la forma de la palabra y se haga verdad, ta vérité. Porque la muerte es un tabú más, porque el suicidio es un tabú más, porque el ayuno es un tabú más, because being a vegetarian in Spain is also a taboo and the people lo decora de eufemismos brutos que te intentan negar. Alors tu vive en paralléle, sans échanger ta vérité, en un vraie silence qui te inonde de toi même, comme le boue de jours passés.
La liberté de savoir que je n´ai pas la obligation de vivre, la libération total.

Hoy he arrancado el tendedero con movimientos violentos, el patio sonaba a hierro oxidado, pero nadie miraba. Ayer arranqué las fotos familiares que decoraban la casa con el ego tradicional de quien solo quiere mirar hacia su pequeño universo. La mecedora vive entre la humedad putrefacta y querría deshacerme de todos los muebles de mi abuelo. Vivir en lo intacto, en lo que se desarma con unas cuantas veces de uso. En los parámetros propios, contrarios a la permanencia, a la calidad, a lo que no se rompe. 
Entretanto me he desprendido de la perífrasis modal de obligación, me he quedado con la improvisación desordenada que no reconoce lo anterior. Salgo riendo sin hacer la cama varios días seguidos y vuelvo a ella, quien guarda fiel el olor de mí cuerpo sudado. La sábanas me confirman que existo cada noche y me dejo atrapar en el tiempo perdido de mi futón. Me levanto con el olor intenso de mi piel transpirada en las horas de la inconsciencia y me revuelvo en mi corporeidad como un animal salvaje revolcándome en mí misma. Cette´s la seul vérité. He dormido entre anáforas de pijamas despistados que han dibujado en el colchón líneas caóticas de colores sucios o con olor a suavizante. Me he salpicado con el aceite de jojoba que me eleva y he caído entre pulseras que me ahogan, que me atan consciente para recordarme que existo.

La noche es silenciosa y en el horizonte urbano aterrizan aviones, hay suicidios en la ciudad que adornan en mantos las aceras paseadas. Los que van a morir se inmolan en un ritual urbano de liberaciones conseguidas.




Epilepsia: Razón totalitaria. Mujer tiránica que secuestras almas confiadas.
Epilepsia: Deja a los cuerpos respirar, tú nos raptas a mundos que no nos compartes. Nos olvidas de nosotros mismos y solo queda el sueño profundo.
Epilepsia: Me orinas y me avergüenzas y me muerdes la lengua en un beso sexual de mutilaciones displicentes.
Epilepsia: Suicida suprema. Diosa de las muertes prestadas, de las desapariciones totales que transcurren en fracciones de vida.
Epilepsia, ya me has suicidado cinco, seis, siete veces y sin embargo, aún siento esta materialidad de mi cuerpo superviviente. 
Epilepsia: Mujer silenciosa que guardas tus secretos como un tesoro egoísta que absorbes y que no me compartes.
Epilepsia, dime, ¿dónde me llevaste?


lunes, 14 de mayo de 2012

Música maestro


Exorcización de las nubes resquebrajadas.
Exhalación de los días derrotados.
Estupidez de las palabras maldichas.
Encontronazos con las costuras del verbo.
Escapatoria imposible, soñada.
Espirar y expirar.
Entonces, ¿qué?
Encontrarte y desencontrarte y no darme cuenta de que has pasado y ver que el amor se vuelve siempre diminuto en la calle y pensar que así se desmembraron todos los amores, caminando en un desmayo cuesta abajo, cuesta arriba, en línea recta.


Desafiar al instante, retarle y vencer o fingir que has vencido y caminar en un desmayo.


Escupir en algún nombre y alienarse en frases repetidas hasta la nausea.


Difuminar el contorno y derrotar la superficie. Soplar y dar la espalda.


Envolver tu cobertura con cuidado y creerte a salvo. 
Estudiar tus líneas de las manos y lanzarte en picado hacia tus palmas y colarte dentro y traspasar el mundo real y no querer volver.
Escribir en el autobús.
El calor en la piel y de nuevo no identificar la temperatura que se mezcla con el recuerdo de los días ordenados. Como vivir por primera vez en coordenadas desconocidas que descubren estaciones. La piel tiene memoria y sin embargo, se desconecta como todo lo demás de aquellas sensaciones no infantiles. Tal vez allí todo era puro. 

miércoles, 9 de mayo de 2012

Caleidoscopios




El cuerpo, los recuerdos, las personas que pasan, arrasan, desvastan, arraigan pasajeramente o temporalmente o instantáneamente como fotogramas en sepia borrosa raspada con un pincel chino, son cristal de caleidoscopio. 
Con los brazos se prolonga un movimiento giratorio inverso a las agujas del reloj y prisma los fragmentos de color formando geometrías invisibles que nunca se repiten. Como un objeto mágico, inútil desde el punto de vista objetivo que se diluyó de dos a tres...
Pasajeros rotos que se alían en astros multicolores que reducen el espacio a una mínima circunferencia. Y hablar en tercera persona y volcar hacia dentro el infinito reducido.
Suponer que en las manos habitan los días (sueños infantiles, creencias incrustadas en coordenadas forzadas, cuando el lápiz de grafito delineaba figuras) y olvidar en una décima de segundo el contacto con el cilindro negro de cartón. 
Girar el caleidoscopio, revivir el misterio de la ignorancia, de la fe ciega y caer por la cascada de colores frente al haz de luz que cada día entraba por la ventana de la escalera: espacio de libertad.

domingo, 6 de mayo de 2012

Con los ojos secos...


...como los portaba Antígona enfrentada a los hombres soldado para enterrar a su hermano. Con la pala oculta entre su saya y cantando funerales que tapasen los golpes del metal. Huele a sudor y a hierro y los hombres soldado la buscan en sus miradas obscenas porque creen que la guerra es el sexo de los héroes. Antígona se carcajea por dentro en una risa de tono grave que temblaría a las criaturas más bajas de la naturaleza. Camina entre hogueras de periféricas brasas que pisa en su dolor y que guarda en gemidos intencionados, para llegar hasta él. Nadie le ha indicado dónde yace, pero huele a muerte y a putrefacción, su propia sangre, su genética abatida. Lo encuentra, lo besa y bebe su sangre amada, se enjuga el sudor con las manos inertes del hermano amado y cubre su cuerpo con aceites sagrados de aromas esenciales. Le lava el rostro con manantiales patrios y cose su ropaje rasgado. Prepara la fosa en la misma colina donde lo ha hallado, clava la pala en la tierra ensangrentada de enemigos y patriotas y nada más pasa. Antígona, la valiente, la única heroína de una inútil guerra, es detenida en un despreciable acto, los hombres soldado comulgan con la vergüenza. Antígona, mujer entre mujeres, olor a tierra madre, te llevan. Antígona grita en el campo de batalla y acalla el dolor de los heridos, el sonido de la violencia. Antígona pierde los ojos por este retorno ajeno donde se desgarra su infancia. Antígona, la fiel, es traidora a la madre, su hermano se pudrirá bajo el baile de las carroñeras. Antígona grita, Antígona clama, Antígona se ahoga entre las manos sucias de los hombres soldado y sus ojos se abren en surcos de tierra agrietada, se resecan sin el olor fresco de su patria inmolada que camina hacia el desierto como en un cadalso.

...antifaz...


Me he quedado dormida escuchando las cigarras, has pasado cerca y he sentido algo de aire en mi cabeza. Como un vientecillo levantado con tu chaqueta. No he querido abrir los ojos por si el sol entraba fuerte, sabes que duermo con antifaz, pero esta noche no lo he encontrado. Llegué tarde, tú ya dormías y yo no encendí la luz, por eso no encontré el antifaz y ahora no puedo dormir bien.
Me voy quedando dormida y lo dejo todo como está...

viernes, 4 de mayo de 2012

Identificarse


La ciudad pasea entre los dedos de los transeúntes, sus miradas vacías no se detienen en nada, el cerebro vacío, la bolsa llena de alimentos enlatados que no sirven para nutrirse. Números cerebrales y fríos que no recuerdan su nombre. Olvidaron quiénes fueron y desapareció el dolor.
Dejar de leer, dejar de escribir, dejar de contemplar, apartar la emoción, erradicar la pasión un instante después de dormir la adolescencia, dejar sin reciclar para enlatar, plastificar, envasar al vacío. 
Entre el gemido sordo de los pasos urbanos que no tienen palabras aún se cuela la luz, una línea perfecta habitada por minúsculas partículas que danzan en mis pequeñas manos infantiles con olor a buhardillas. Abuela..? Huele a cocido otra vez.
Me cuelo por la luz, me embarco en un átomo de polvo y me catapulto al otro lado, donde nada es reconocible. 
¿Identificarse? 
Desde la identidad observo la ciudad que habito y no la reconozco. Las bolsas de rafia ya no significan nada para mí porque he saltado al vacío desde sus ventanas. Me detengo a descansar sobre la marquesina de una parada de autobús, he llegado volando, y sé que conmigo, volaba el hábito de esperar que ya no tiene significado. 
Caminar por las mismas calles sorteando los comercios de siempre, reconocer a los compatriotas ajenos que caminan simultaneando el ritmo de sus pasos. Encontrarte en reuniones repetidas de lugares comunes o íntimos y no identificarse con lo mismo, con aquello, contigo. Se han perdido las coordenadas de los años despedazados en un ritual pagano de ti misma. Has inmolado a la vida como a un carnero que se desangraba sobre la mesa ritual. No eres lo de afuera porque ya no te conforma, porque ya no te identifica, porque ya no lo reconoces. Y te sorprendes escuchando frases ya oídas que no puedes procesar, porque aquellos códigos se te han borrado de tu memoria histórica. 
Pero te reflejas en los espejos semejantes y buscas tu figura desdibujada que otros delimitan con un lápiz afilado para colorearte luego. Sin embargo, tu imagen idéntica agoniza en el vidrio ahogando una respiración intensa. Ellos te ven, pero tú no puedes verlos. Te adelgazas en los días y afirmas como un mantra, que ya no te identificas.

jueves, 3 de mayo de 2012

Desastres




He decidido comer con las manos impregnadas del orín de mi perra, prefiero que el queso me sepa a su sabor interno y así apurar sus últimas horas. He decidido consumir los instantes prestados de los días bestias en donde nada tiene sentido. Voy a seguir, no sé hasta cuando, pero de momento pienso en monstruos envenenados que se convierten en creaciones, hijos predilectos que aún están abortados en fase de construcción, de desarrollo. 
Me desgajo en unos días ajenos que ya no tienen razón de ser, que han perdido puntos de encuentro, en donde ya no existo.
Ya no me autolesiono porque respiro en palabras.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Abducida


Masturbarse delante de una diosa desnuda,
mirar fríamente sus senos de piedra y
gemir rompiendo la paz de la montaña.
Respirar a trompicones en brotes de sangre prieta,
recorrida en venas muertas de árboles cansados,
tuberías frágiles por donde vencen retamas abatidas.
Masticar fragmentos límites, 
carreras salvajes por el barro 
de mi cuerpo. 
Emborracharme de la calidez de la piel que hierbe.
Trazar una línea discontinua con la uña de mi sién
y volver a empezar.
No saber.
No ver.
No comprender.
Tropezar en una tempestad de rocas que amarga mi boca, 
que la cubre de sal y la inmoviliza.
No sentir.
Escuchar en el ruido frases remotas de silencio.
Marchitar.
Esculpir un bloque de hierro forjado
y anegarte en sudor.

Has navegado en la oscuridad sin barca, 
te desdoblas con crujidos de ti mismo y 
te exhibes hermosa.
Estás, no eres.
Existes, no estás.

Construye un muro de verbos finitos
deambulando en yesos improvisados.
Levanta vigas inmateriales que
emborronan cercos de mimbres.
La casa está vacía de palabras pronunciadas, 
mientras se escucha la tertulia del hormigón.
Alguien llama sin puerta y traduce
detrás, el ruido de la casa.
Se queda sin voz, para responder
¿quién es? 
Aprieta los labios como imitando un lenguaje
aprendido.

Afuera aguardan todos,
su espera impasible impacienta
la noche acabada.
No amanece sin precio
y en las manos de los otros
rebosan cuencos de ramajes frescos
que no alcanzan a perfumar el espacio.


martes, 1 de mayo de 2012

...corriente...


Cúbreme con la manta de pelo de ballena, el calor me ha dejado exhausta y he tenido fiebre, ahora hace frío y no quería dormir sola. Cúbreme, el tacto de la manta me recordará a los paseos sobre la hierba descalza y podré respirar. Aunque no ruge el silencio, sí hay un frío extraño. 
Hoy también déjame la puerta abierta, tengo miedo.